Los inadaptables by Raf Segrram

Los inadaptables by Raf Segrram

autor:Raf Segrram
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
publicado: 2017-03-04T23:00:00+00:00


CAPÍTULO IV

Charles Nye sonreía cada vez que cualquiera de los vaqueros que entraba a verle hacía elogios de Tony.

La plantilla entera, sin reservas de ninguna índole, habíase volcado en favor del muchacho taciturno que tan antipático les resultara al principio. Y Nye, cuyo estado de gravedad había desaparecido del todo, gozaba observando tales manifestaciones de admiración que expresaban simultáneamente el reconocimiento de que él no se equivocó al enjuiciarle.

Hablando estaba aquella tarde del asunto con el propio interesado, quien nada más volver de la faena había entrado a enterarse de cómo seguía, cuando apareció Armand en el umbral. Su gesto era inexpresivo. Sin embargo, algo indefinible atraía la atención.

Saludó a Nye con un ademán y, sin preámbulos, dijo a Tony:

—En el correo de hoy me ha llegado un anónimo que se refiere a ti.

—¿Un anónimo?

—Toma. Léelo.

Obedeció el vaquero. Sus facciones no se alteraron. Así que hubo concluido, manifestó:

—Salvo las insidias y opiniones malsanas del que lo ha escrito, lo que este papel dice es verdad. Estuve bastante tiempo en la cárcel. Tenía la esperanza de que mi pasado no me siguiese, pero… ¡me ha seguido!

Charles, en cuya cara se reflejaba el mayor de los asombros, exclamó:

—¿Qué paparrucha es ésa?

Con suave deje de amargura, replicó Tony:

—Nada de paparrucha. El hombre que conquistó su afecto es un licenciado de presidio —dirigióse a Armand—: Discúlpeme por haber mantenido ese secreto. Al cambiar de vida decidí hacer lo posible para que nadie conociese mi historia. En fin, paciencia. Mañana no estaré ya aquí…

—Calma, calma —le atajó Armand—. Continuarás en el «Meseta» gozando de la misma estimación y confianza con que te he distinguido hasta hoy.

Tony le miró creyendo no haber oído bien o que era víctima de una cruel ironía para confundirle.

—Supongo que no habla en serio.

—Supones mal. Estuve a punto de llamarte a mi despacho a fin de que charlásemos a solas, pero dándome cuenta de que iba a resultar inútil mi discreción, ya que, según puede apreciarse, hay quien tiene interés en hundirte y divulgará la noticia, me ha parecido mejor abordar el problema delante de Nye para que me ayude a desvirtuar los rumores que nuestros vaqueros traigan.

Protestó el herido:

—¿Quieren hacer el favor de explicarse? Todo eso me suena a incomprensible galimatías.

Armand tomó asiento, y refirió al capataz la historia de Tony sin emplear una sola frase condenatoria. Más bien por el contrario tuvo algunas de velado encomio.

Perplejo murmuró el ex «inadaptable»:

—¿Cómo es posible que sepa usted esas cosas, señor Hilton? En este anónimo sólo se confirma que soy un delincuente y…

Sonrió el interrogado:

—Lo sabía desde antes que vinieses.

—No lo comprendo…, a menos que el señor Campbell se lo contara. Pero él me prometió no despegar los labios…

—Y no los ha despegado —sonrió Armand—. Se limitó a manejar la pluma.

Jonathan Campbell era un personaje influyente a quien el gobernador de California solía encomendar misiones delicadas. Visitó a Tony en la cárcel repetidas veces, demostrándole afecto y alentándole con la promesa de que sería puesto en libertad tan pronto como las aguas se aquietaran y hubiese un motivo en que basarse.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.